Tal vez me recuerdes, hace un tiempo te compartí cómo mi alma explotaba de amor y de pasión por la profesión que estaba ejerciendo anteriormente.
Pudiera escribir páginas y páginas, sobre lo que ha pasado conmigo desde entonces. Vamos a resumir un poco de cómo viví y cómo ha sido mi vida como profesionista.
¿Alguna vez has tenido el sentimiento de haber perdido el sentido de tu vida, de haber perdido el rumbo, de no saber hacia dónde dirigirte? ¿Te has sentido perdido y sin esperanza de poder encontrar el camino de vuelta a lo que fuiste, a lo que sentías?
Estoy segura, que muchos hemos pasado por ahí; Me decían que esos momentos de la vida, son parte de crecer, de aprender, del ser adulto. Pero la frustración, la desesperación, la tristeza, la decepción, no me permitían ver todo aquello que ese proceso tenía para mostrarme, y efectivamente, lo que había que aprender.
Yo sabía que no era la misma de antes, me perdí en el camino, me había perdido a mí misma. Sabía, que el corazón y el alma que vibraban, de amor y pasión por compartir vida, desde lo que estaba haciendo en ese momento, ya no estaban ahí; Todo lo que en ese entonces me habían parecido buenas decisiones, me estaban llevando a una de las peores crisis que he tenido: una joven en crisis en potencia; No lograba encontrar el camino de regreso a encontrarme, días, en los que hacer eso que tanto amaba y me apasionaba a diario, dejaron de existir.
Mi mente, corazón y alma, estaban totalmente desconectados. Pedí ayuda. Siempre estuvieron ahí personas cercanas y que amo, dándome ánimos, rescatándome. Necesitaba un guía espiritual y mental, y gracias a que la vida (en otras ocasiones) me ha puesto en muchos escenarios correctos, y con personas correctas, encontré a esas guías y acompañantes que hacían del camino, un proceso lleno de esperanza, pero de realidad y de enfrentamientos duros conmigo misma y con los demás; Creo, que perderse uno mismo, es de las experiencias, vivencias y aprendizajes, más complicados que a alguien le toca entender, tanto para uno mismo, como para los que le rodean.
Seguro has escuchado más de una vez la frase: a veces, perderse, es la mejor manera de encontrarse. Pero además de que es un proceso difícil y pesado, encontrarse puede llegar a ser más difícil de lo que se escucha. Encontrarme, llevó consigo enfrentarme a mí y a otras personas, recuperar y defender ideales. Implicó enfrentar miedos e ir rescatando poco a poco, lo que hace tiempo había perdido. Fue un proceso de discernimiento y de fuertes sentimientos, siempre acompañada.
Recuerdo que en el último escrito que compartí con ustedes, cité una máxima de Santa Teresa de Jesús que dice: Lo que más te despierte a amar, eso haz. Esa joven en crisis, se dio cuenta, de que, ya hace tiempo, había dejado de hacer eso que la despertaba a amar. Se sentía vacía y sin saber hacia dónde dirigir su timón.
No hay que sentirse avergonzados por sentirnos perdidos, es parte de aprender y de redireccionar nuestro sentido de vida; Reconócete, es de valientes tomar la decisión de dejar de hacer todo aquello que no nos nutre el corazón y el alma.
Sé que es muy desesperante y frustrante no saber cuándo vamos a encontrar por fin el camino de regreso a nosotros mismos, a nuestros ideales. El no saber cuándo vamos a encontrar de nuevo ¨ese algo¨ que nos hacía sentir una felicidad tan genuina y tan real, tente mucha paciencia. El proceso de conocerse a uno mismo no es nada fácil.
Yo me encontré. Pero solo por un momento. Creí haber encontrado de nuevo aquello que había perdido hace tiempo. Aprendí muchas cosas en el proceso. Una de ellas, a dejar de ser tan dura conmigo misma. Me ilusioné y fantaseé con que, al fin, esa joven en crisis había calmado su tempestad, pero fue solo un momento.
Siéndote muy honesta, me reencontré con una parte de mí que había perdido, pero aún sigo en la búsqueda de mi vocación. Jesús me dio herramientas y cualidades excepcionales, por eso, confío en que llegará el día en el que sabré elegir, dónde ponerlas para que estén al servicio de los demás.
De ahora en adelante, me prometo repetirme a diario que, nada de lo que haya estudiado o en lo que haya trabajado antes, me define; No estamos solos. Hay muchas personas que están y estarán dispuestas siempre a ayudarnos a encontrar nuestro sentido de vida, y ¿por qué no? nosotros también podremos ser herramienta y compañeros de proceso para los que nos necesiten, si no es que ya lo eres.
Seamos valientes reconociendo y aceptando cuando nos hayamos perdido a nosotros mismos.
Hagamos lo que está en nuestras manos, por hacer eso que tanto amamos, eso que tanto disfrutamos. Hagamos eso que tanto nos apasiona, eso que hace que nuestra alma vibre.
Con cariño, tu amiga Sofía Adame