Durante mis 5 años de formación universitaria, entendí que la educación es la manera más noble y humana para poder transformar y liberar. Me enamoré de la pedagogía de la esperanza de Freire. Durante este tiempo me quedó claro que el espacio donde laboraría tendría que permitirme valorar y ayudar a quienes más lo necesitan.
Durante 4 años estuve en esa búsqueda, hasta que un día de enero, encontré al Bachillerato Agustín Pro.
En este espacio coincidí con un grupo de mujeres que buscaban transformar desde la educación la realidad de muchos jóvenes juarenses, hermanas teresianas, así se identificaban; me sentí interpelada por su misión.
Poco a poco he ido conociendo y entendiendo lo que significa ser teresiana, me parece, una forma de vida que busca producir vida a su alrededor. Ayudar a quienes más lo necesitan, una filosofía de vida no muy lejana a la de Freire.
Ser docente teresiana, me ha permitido comulgar con mi primera intención como maestra, educar para transformar.
Mientras pasaba el tiempo, más me sentía atraída por el proyecto teresiano; durante este proceso conocí a otro pedagogo entregado a su vocación y que le apostó a la educación, San Enrique de Ossó; su determinación y su búsqueda incansable para lograr lo que se proponía, manejando de manera asertiva los obstáculos que se le presentaban, removió en mí, esa esperanza por el cambio desde la educación.
San Enrique y la comunidad teresiana han fortalecido mi filosofía sobre la educación, además me motivan a seguir mejorando como maestra, valorar a la persona es el legado más importante, además que me respaldan a seguir creyendo que otro mundo es posible.
Mtra. Elia Rodríguez