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Las hermanas teresianas acompañamos desde hace ya más de cincuenta años el caminar de los Pueblos Originarios de la Huasteca Hidalguense y Veracruzana.

Cuando fuimos invitadas a hacernos presentes en esta zona y ser el medio para que la semilla del carisma transformador de Enrique de Ossó se sembrara y diera frutos en estas tierras, tal vez no pensábamos ni nos imaginábamos toda la riqueza que íbamos a recibir a cambio.

De entre esas muchas cosas, quiero rescatar la espiritualidad, esa forma de vivir a Dios tan cercana y concreta, tan sencilla y cotidiana, tan metida en toda la vida de la comunidad que no divide entre lo sagrado y lo mundano, entre lo civil y lo religioso, entre la naturaleza y el ser humano, entre vivos y difuntos porque todo es parte de todo, todo es de Dios y nos lleva a acerca a El. A la vez esa espiritualidad es una fuente que reúne y convoca, una energía, un impulso al compromiso de seguir cuidando la vida y sirviendo a la comunidad desde los distintos cargos y ministerios, compartir y convivir, de hacer fiesta, alegrarse y danzar, con la conciencia de que aquí solo estamos “de paso”:

“Mañana o pasado, como lo quiera el corazón de Aquel por quien todo vive, nos hemos de ir a su casa. ¡Oh amigos, démonos gusto!” (poema de Nezahualcoyotl)

Nos alegra descubrir grandes coincidencias con nuestra Espiritualidad Teresiana.

¡TLAZCAMATI MIAC! ¡GRACIAS, COMPAÑÍA!

Hay mucho que agradecer y que seguir caminando por estas tierras y con estos pueblos.

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