«Mi encuentro con la tristeza, el reconocimiento de mi vulnerabilidad».
Vivir la experiencia de encontrarse con la tristeza puede ser desafiante, pero también revelador. En medio de la pandemia, enfrenté situaciones difíciles que me llevaron a comprender la importancia de reconocer y abrazar mis emociones. Aprendí que la tristeza no es un enemigo a vencer, sino una compañera de viaje que camina a mi lado. En esta travesía me fuí encontrando con diversos aspectos que me parecen fundamentales para poder abrazar nuestra vulnerabilidad y saber caminar con la tristeza.
Reconocer las emociones:
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En el ajetreo diario, a menudo evitamos enfrentarnos a nuestras emociones más difíciles. Mi encuentro con la tristeza me llevó a ser consciente de la importancia de reconocer y aceptar mis sentimientos. En lugar de reprimirlos, descubrí que al entender mis emociones, podía aprender valiosas lecciones sobre mí mismo y sobre cómo afrontar los desafíos.
Cuidando las relaciones significativas:
La tristeza no solo afecta nuestro mundo interno, sino también nuestras relaciones con los demás. Experimentar la pérdida de empleo, el sentir que quizá no era bueno para algo, el no cumplir con las “expectativas”, el fallecimiento de personas importantes, fueron algunas de las situaciones que me envolvieron y poco a poco me alejaron de personas significativas. Pero también, me hicieron apreciar la necesidad de cuidar las conexiones valiosas en mi vida. Aprendí que, en momentos difíciles, la empatía y la comunicación abierta son fundamentales para mantener la salud de nuestras relaciones.
El refugio de la fe
En momentos de incertidumbre, la fe puede convertirse en un ancla emocional. Aunque haya momentos en los que la fe vacile, descubrí que encontrar refugio en la espiritualidad y por supuesto, en Dios, proporciona consuelo y fortaleza. La tristeza puede ser un camino para profundizar nuestra conexión con lo trascendental y encontrar significado incluso en los momentos más oscuros. Siempre he creído que DIos se manifiesta a través de las personas y a pesar de la penumbra, esta vez no fue la excepción, aparecieron luces en forma de personas.
Abrazar la tristeza
En lugar de luchar contra la tristeza, aprendí la importancia de abrazarla. La tristeza no es un signo de debilidad, sino una respuesta natural a las experiencias difíciles. Al permitirme sentir y experimentar la tristeza, encontré una mayor comprensión de mí mismo y la capacidad de atravesar las tormentas emocionales con mayor resiliencia.
Hablar de lo que sentimos:
Culturalmente, a menudo se menciona la idea de que expresar nuestras emociones, especialmente la tristeza, es una muestra de vulnerabilidad. Sin embargo, descubrí que el silencio solo fortalecía el peso de la tristeza en mi corazón. Hablar de lo que sentía se convirtió en un acto de valentía, un primer paso hacia la comprensión y la aceptación de mis propias emociones.
Ante la oscuridad que habitaban en mí, yo encontré consuelo en la escritura. Plasmar mis pensamientos en papel se convirtió en una forma de liberar la carga emocional que llevaba conmigo. Las palabras se convirtieron en un bálsamo, un medio para ordenar el caos interno y entender mis sentimientos más íntimos. En cada palabra escrita, descubrí una pequeña luz que iluminaba la oscuridad.
Hablar de nuestras emociones, especialmente a través de la escritura, no solo es un acto de autenticidad, sino también un medio para sanar. Descubrí que las palabras tienen el poder de transformar la tristeza en un capítulo, no en la historia completa.
Dudo mucho que sea la última vez que me encuentre de frente con ella, pero estoy seguro que en futuras ocasiones podré caminar y seguir aprendiendo de la tristeza.
PASARÁ
Como la falta de aire tras el empleo perdido.
O como la falta de aliento por el amor no correspondido.
La vida pesa y por momentos no encuentro razones para seguir.
Los días pasan, la esperanza se esfuma.
La penumbra se apodera del ser y crece cuál espuma.
Todos hablan, poco escucho.
Muchos juzgan, yo me ofusco.
No te rindas, se escucha sin cesar.
Un poco de aire, un poco de luz, necesito parar.
Detenerme un segundo eterno y tener una charla con lo más profundo de mi ser.
Probablemente aquí sí escuche, quizá solo necesito una pequeña luz de esperanza poder ver.
Calma, que esto pasará, paciencia que de esto saldrás adelante.
Me repito constantemente mientras la esperanza se torna de un tono diferente.
No alcanzo a vislumbrar lo que pasará.
Mi luz no es suficiente, me pregunto si crecerá.
Pasará, confío en que pasará y avanzaré.
Aunque la fe es poca, pese a caer me levantaré.
Seguiré avanzando aún bajo la tormenta o cualquier clima repentino.
Posiblemente deje de llover, o quizá, llegue primero a destino.
Mientras tanto, caminaré despacio y en el trayecto, disfrutaré la lluvia, sin importar la fuerza con la que caiga.
Sin que me mate está incertidumbre que en mi alma se arraiga.
Pasará, confío en que pasará y avanzaré.
Aunque la fe es poca, pese a caer me levantaré.
Por el momento. Presumiré orgulloso está incertidumbre como mía.
Pero venga, cerraré los ojos, que mañana será otro día.