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Continuamos preparando el corazón y afinando la mirada para vivir esta experiencia de ser peregrinos junto a tantos jóvenes qué vivirán la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa. 

Fijaremos la mirada en aquellos pasos qué podemos dar para levantarnos y vivir, en una cultura qué más bien nos lleva a quedarnos en el sillón adormecidos, la palabra y el impulso de Jesús nos dice “Jóven, levántate” ¿Y tú de dónde  o cómo tienes qué levantarte? ¿ante qué permaneces adormecido? ¿qué hay muerto qué toca soltar?

Después se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron. 

Dijo Jesús entonces: «Joven, yo te lo mando, levántate». 

Se incorporó el muerto inmediatamente y se puso a hablar. 

Y Jesús se lo entregó a su madre. 

Comencemos tocando nuestra propia experiencia y dejándonos cuestionar por alguna de estas preguntas:

¿Cómo es mi mirada? ¿Miro con ojos atentos, o lo hago como cuando doy un vistazo rápido a las miles de fotos de mi celular o de los perfiles sociales?

 A mi alrededor me encuentro con realidades de muerte: física, espiritual, emotiva, social. ¿Me doy cuenta o simplemente sufro las consecuencias de ello? ¿Hay algo que pueda hacer para volver a dar vida? 

¿Qué sucede cuando tus sueños no se hacen realidad? 

El Papa Francisco nos regala 5 palabras qué nos puedan llevar a meditar y contemplar el paso de Dios en nuestras vidas ante la adversidad y la frustración de una realidad tan compleja.

1. Ver el dolor y la muerte 

Piensa en tantas situaciones negativas qué has vivido o qué has escuchado de amigos/as cercanas a ti. ¿Cómo es su forma de reaccionar? ¿Cómo sobrellevar la adversidad?

 Hay quien, por ejemplo, se juega todo en el hoy, otros jóvenes, en cambio, están «muertos» porque han perdido la esperanza. Hay quienes han perdido el empuje para arriesgar, el valor para levantarse».

A nuestro alrededor hay tantas veces miradas distraídas, indiferentes, de quien quizás disfruta de sus propios momentos de gozo manteniéndose a distancia. Hay quien sobrevive en la superficialidad, creyéndose vivo mientras por dentro está muerto.

El final de un «sueño» puede hacernos sentir muertos. Pero los fracasos forman parte de la vida de todo ser humano, y en ocasiones pueden revelarse también como una gracia. 

2. Tener compasión 

Dejarnos conmover por los acontecimientos es uno de los grandes retos de este tiempo, hay muchos jóvenes que  se entregan con generosidad cuando las circunstancias lo exigen. No hay desastre, terremoto, aluvión que no vea ejércitos de jóvenes voluntarios disponibles para echar una mano. No te dejes  robar la sensibilidad. 

Siempre puedes escuchar el grito o el reclamo de quien sufre; déjate conmover por aquellos que lloran y mueren en el mundo actual. 

Podrás decir al hermano, a la hermana: «Levántate, no estás solo», y hacer experimentar que Dios Padre nos ama y que Jesús es su mano tendida para levantarnos. 

3. Acercarse y tocar 

Puedes  acercarte a las realidades de dolor y de muerte que encuentras, puedes tocarlas y generar vida como Jesús. si tu corazón ha sido enternecido por la experiencia de la bondad  y compasión de Dios hacia ti,  entonces, has sentido la ternura de Dios, especialmente por el hermano hambriento, sediento, enfermo, desnudo, encarcelado, entonces podrás acercarte como Él, tocar como Él, y transmitir su vida a vuestros amigos que están muertos por dentro, que sufren o han perdido la fe y la esperanza.

4. «¡Joven, a ti te digo, levántate!» 

Caemos y nos debemos levantar continuamente. Solo quien no camina no cae, pero tampoco avanza. 

Probablemente, en los momentos de dificultad, desearíamos caer en la tentación de decretar las palabras «mágicas» que hoy están de moda y deberían solucionarlo todo: «Debes creer en ti mismo», «tienes que encontrar fuerza en tu interior», «debes tomar conciencia de tu energía positiva»… Y sí, puede qué ayuden pero para quien está verdaderamente «muerto por dentro» no funcionan, no son suficientes. 

La palabra de Jesús es de otro espesor, es infinitamente más amplia. Es una palabra divina y creadora, que sola puede devolver la vida allí donde se había extinguido.  

Terminemos este espacio con un corazón abierto ya agradecido por lo qué hemos podido descubrir de luces. Haz un momento de silencio y respira profundo, contacta con tus emociones y pensamientos de este rato de reflexión y responde.

  • ¿Qué sentimientos experimente?
  • ¿Qué pensamientos fueron los más frecuentes?
  • ¿De qué me doy cuenta y esto a qué me invita?

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